La victoria de Hizbulá

Alberto Cruz
Rebelión

Hoy miércoles comienza en Roma una conferencia internacional sobre la situación en Líbano y para explorar qué fórmulas existen para lograr un alto el fuego entre Israel y Hizbulá. Los países participantes serán Arabia Saudí, Canadá, Chipre, Egipto, Finlandia (que tiene la presidencia de turno en la Unión Europea), Francia, Italia, Alemania, Jordania, Grecia, Reino Unido, Rusia, España, Estados Unidos y Turquía. Mientras que en representación del Líbano estarán su primer ministro, Fouad Siniora y los ministros de Defensa, Elias Murr, Exteriores, Fawzi Salloukh y Comunicación, Ghazi al Aridi

A buen seguro que Israel y sus aliados (principalmente EEUU y la UE) van a insistir en la aplicación de la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU pero eso, hoy por hoy y sin que se haya puesto fin a la ocupación por Israel de las granjas de la Shebaa, no es posible (1). Ambas cosas tendrán que ir en el mismo paquete. Así lo ha dejado entrever el secretario general de la ONU, Kofi Annan, cuando el pasado día 20 dijo que el itinerario para aplicar los acuerdos internos e internacionales sobre la integridad territorial y la soberanía de Líbano incluiría “la demarcación definitiva de la frontera con Israel, especialmente las granjas de la Shebaa” (2). Es decir, que los acuerdos a los que se llegue, si es que se llega a alguno, tendrán que ser siempre en dos direcciones y no sólo en una, como plantean Israel y sus aliados. Veremos si Annan tiene alguna capacidad de maniobra –y más ahora, cuando Israel ha bombardeado un cuartel de las fuerzas de la ONU en Líbano y ha matado a cuatro soldados- o se convierte, de nuevo, en la voz de su amo.

Quienes consideraban que la maquinaria israelo-estadounidense iba a solucionar el problema en pocos días no salen ahora de su asombro. El arrojo y la resistencia de los combatientes de Hizbulá ha sorprendido no sólo a Israel, sino a todo el mundo y todos se tientan la ropa. El propio Annan ha dicho que “no es realista intentar el desarme de Hizbulá por la fuerza solamente, tiene que haber un acuerdo político y un entendimiento político, un entendimiento entre los libaneses” (3). O sea, Hizbulá tiene que seguir jugando un importante papel dentro de la política libanesa. Y es que la realidad es más tozuda que los diseños que se hacen en los despachos y la manipulación que se haga a través de los medios de comunicación.

A quince días del inicio de la agresión israelí contra Líbano ya hay un vencedor: Hizbulá. Los generales israelíes no hablan ya de derrota de este movimiento político-militar, como dijeron en su inicio (siempre es recomendable recurrir a las hemerotecas), sino de “debilitamiento significativo”, con lo que reconocen implícitamente que si en este tiempo la maquinaria militar israelo-estadounidense no ha podido dañar significativamente la capacidad bélica de Hizbulá, tampoco los bombardeos sobre objetivos civiles a todo lo largo y ancho de Líbano –carreteras, antenas de comunicación, puentes, barrios enteros, centrales eléctricas (como en los Territorios Palestinos, no hay que olvidar nunca eso) a lo que hay que añadir la tragedia que supone que un tercio de la población de Líbano se haya convertido en refugiada en su propio país-, han hecho mella en el apoyo social con que cuenta este movimiento político-militar. Muy al contrario.

Un apoyo que crece y preocupa

El apoyo a Hizbulá crece en Líbano y en el resto del mundo árabe y es algo que preocupa, y mucho, a Israel, a EEUU y a sus aliados árabes. Especialmente a estos últimos. Sólo así hay que interpretar que ahora haya salido a la palestra pública el rey Abdulá, de Arabia Saudí, quien ha tenido que reconocer que “nadie puede predecir qué sucederá si las cosas se salen de control”. Abdulá, siempre sumiso a los intereses estadounidenses, dice que “los árabes han declarado la paz como opción estratégica, y proponen una oferta clara y justa de tierra por paz, sin hacer caso de las llamadas extremistas que se oponían a esta oferta de paz” sin que ese llamamiento haya sido escuchado, “por lo que la paciencia no puede durar siempre y si los militares israelíes continúan matando y destruyendo, nadie puede prever qué puede suceder” (4). Además, anuncia 500 millones de dólares para reconstruir Líbano y 250 millones de dólares para los palestinos.

Y un poco antes que Abdulá, lo hicieron el egipcio Hosni Mubarak –que presentó un plan de paz que incluía un alto el fuego, el intercambio de prisioneros, el respeto a la soberanía e independencia de Líbano y resolver todos los asuntos pendientes por medio de la diplomacia (5)- y, en menor medida, el rey Abdalá de Jordania. Estos regímenes, profundamente alienados y alineados con EEUU, mantuvieron duras condenas a Hizbulá en la reunión de urgencia que celebró la Liga Árabe al comienzo de la agresión israelí y se abstuvieron de realizar cualquier tipo de llamamiento a la paz. Una lectura de la prensa de aquellos días es sumamente esclarecedora de lo que pensaban: “La región está siendo arrastrada por un aventurerismo que no sirve los intereses de asuntos árabes” (declaración conjunta del rey jordano Abdulá y del presidente egipcio, Hosni Mubarak citada por France Press del 14 de julio). Quien más lejos llegó es el más infame de todos: “las operaciones de Israel en Gaza y Líbano están en el interés de la gente de los países árabes y de la comunidad internacional” (Arab Times de Kuwait, 16 de julio). Uno podría haber escrito lo mismo durante la invasión de Kuwait por parte de Iraq en agosto de 1990, sin duda alguna.

Ahora el tono de lo que se dice y de lo que se escribe es otro y lo hacen apresurados por los acontecimientos y por el ejemplo que está ofreciendo Hizbulá para el pueblo árabe en general. La memoria colectiva está viva aún: estados que no pudieron o supieron aguantar en una guerra ven cómo una organización con poco más de un millar de combatientes hace frente de forma heroica al temido y supuestamente invencible ejército de Israel. Volvamos a las hemerotecas. Israel inició el asedio de la localidad de Maroun al Rass el pasado día 20, pero sólo el día 25 ha anunciado que está bajo su control. Sin embargo, no se ofrecen datos ni de muertos propios ni del enemigo. Un recuento, seguramente mal hecho de quien escribe, cifra en 20 los soldados israelíes muertos y en 13 los combatientes de Hizbulá también muertos desde el inicio de la guerra. La organización político-militar libanesa sí ha ofrecido un parte sobre esta batalla: reconoce la pérdida de 3 combatientes, la desaparición de otros dos (supuestamente capturados por los israelíes) y cifra en un total de 18 los combatientes que defendieron la ciudad, habiéndose retirado los 13 combatientes restantes hacia otra zona. 18 combatientes frente a tanques (tres fueron destruidos), helicópteros (dos de ellos o fueron derribados o cayeron por fallos técnicos, quédense con la versión que quieran) y cientos de soldados (que sufrieron, al menos, cuatro muertos sólo en el primer día de asedio a esta ciudad). Si es así, hay que quitarse el sombrero en señal de reconocimiento hacia estos combatientes.

Y ello nos lleva hacia otro terreno: el buen uso que está haciendo Hizbulá de la guerra de guerrillas siguiendo los cánones clásicos de Mao Zedong, grupos de guerrilleros móviles, sin ofrecer un frente fijo al enemigo y con una gran capacidad de iniciativa. Y si hay que hacer caso a los israelíes, Maroun al Rass estaría llena de túneles desde los que operaban los guerrilleros, lo que nos lleva a las técnicas del Viet Cong. Es muy probable que Hizbulá haya organizado a sus combatientes en células aisladas unas de otras, con mucha movilidad puesto que conocen a la perfección el terreno y de ahí que continúen con el lanzamiento de cohetes Katiusha contra el territorio israelí. Por lo tanto, habrá guerra todavía durante mucho tiempo.

El papel de Hizbulá en el futuro

Muchos analistas dicen que Hizbulá calculó mal la respuesta de Israel tras la acción militar –nunca se olvide esto- que se saldó con la captura de dos soldados y la muerte de otros ocho. Uno de sus dirigentes, Mahmud Komati, ha dicho que no esperaban que Israel reaccionara tan fuerte (6). Puede que Hizbulá tensase la cuerda, pero es que había que tensarla para salir del impasse en que se encontraba tanto el conflicto palestino como el libanés y, por extensión, el de Siria e Irán. Hizbulá va a ver reforzado su papel en Líbano sin ninguna duda. El hecho de que el gobierno libanés, ese que se muestra incapaz de defender su país ante los bombardeos israelíes, haya aceptado el rol de negociar sobre los soldados israelíes capturados refuerza el papel de Hizbulá puesto que ya no será una negociación indirecta entre Israel y Hizbulá, como fue la del año 2004 (7), sino que va a poner encima de la mesa la capacidad de ese gobierno de defender la soberanía que tanto proclama. La puesta en libertad de los ciudadanos libaneses encarcelados en Israel desde hace más de 30 años es imprescindible para el fin de la guerra. Al igual que la de los más de 10.000 palestinos presos en cárceles israelíes, especialmente los diputados y miembros del legítimo y democrático gobierno palestino.

Hizbulá ya ha logrado, además, otra victoria. En el Ejército libanés, esos 70.000 efectivos que no responden a la agresión contra su país mientras sí lo están haciendo poco más de un millar de combatientes, se va a aumentar la presencia de shííes en sus filas –los shiíes son mayoría en Líbano, pero están infrarrepresentados por la división sectaria impuesta por los colonialistas franceses, que se mantiene en la actualidad- y en el gobierno libanés. La demostrada capacidad logística y de combate de Hizbulá hace imprescindible su presencia en ese Ejército una vez se haya puesto fin a la ocupación israelí de las granjas de la Shebaa y Líbano haya recuperado, por fin, la soberanía sobre su territorio.

Así pues, sólo la negociación puede acabar con la guerra. EEUU, Israel y sus acólitos tal vez cuenten con el apoyo de algunos de los países árabes mencionados, más Turquía, para esa fuerza multinacional que si está bajo el paraguas de la OTAN será considerada una fuerza de ocupación por Hizbulá, con lo que eso supone. Por lo tanto, mientras Hizbulá no dé su aprobación a una iniciativa de ese tipo no será posible. Por lo tanto, lo más probable es que, con la aprobación del gobierno libanés, prooccidental, se llegue a una solución de compromiso: un alto el fuego y la supervisión, por parte de firmas comerciales, de las mercancías que llegan al puerto de Beirut, por ejemplo, para que no haya “mercancías prohibidas” (tradúzcase por armas) que lleguen a Hizbulá. No es una iniciativa nueva, sino que ya se utilizó en los años 90 con Iraq tras la primera guerra del Golfo (especialmente Lloyds, que se encargaba de inspeccionar todos los cargamentos que llegaban al puerto jordano de Aqaba con la finalidad de que no fuesen a Iraq). El primer ministro, el antisirio y prooccidental Fouad Siniira, lo tiene difícil puesto que sabe que incluso después de esta guerra tendrá que seguir contando con Hizbulá y no puede aceptar condiciones que lo hagan parecer un pronorteamericano o, peor, una marioneta israelí después de la destrucción, consciente y planificada, de su país por parte de Israel.

Y, por si fuera poco, Hizbulá ya ha alcanzado acuerdos con el Frente Democrático de Liberación de Palestina y dos partidos libaneses, Unión del Pueblo y el Movimiento Democrático Nasserista. Una nueva alianza se va forjando poco a poco. A medida que la guerra continúe serán más las organizaciones libanesas y palestinas que se acerquen al movimiento político-militar.

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(1) Alberto Cruz, “EEUU busca en Líbano recomponer su estrategia en Oriente Medio”, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=29689

(2) Oficina de Información de la ONU, 20 de julio de 2006.

(3) Oficina de Información de la ONU, 24 de julio de 2006.

(4) Al-Ikhbariya , 25 de Julio de 2006.

(5) Agencia MENA, 23 de julio de 2006.

(6) Europa Press, 25 de julio de 2006.

(7) Alberto Cruz, “La lección de Hizbulá”, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=34516

Publicado en REbelion, 26 de Julio de 2006 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=35193

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